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ENTREVISTA

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1 mayo 2025

14:30h

8 Min. de lectura

Noelia Badía González, arbitra profesional

Badía: “Me gustaría llegar a la Primera División Femenina”

Noelia Badía González, árbitra de la FFCV , nos cuenta cómo ha llegado a consolidarse en categorías nacionales del fútbol español, superando barreras y dejando huella en un arbitraje más igualitario

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NOELIA BADÍA

Noelia Badía

Miguel Cabrelles

Castellón de la Plana, 8 de mayo de 2025 - A sus 28 años, Noelia Badía González ya ha dejado huella en el mundo del arbitraje valenciano. Miembro del Comité Técnico de Árbitro de la Federación de la Comunidad Valenciana (FFCV) desde 2016, ha dirigido y asistido en encuentros de gran nivel, tanto en competiciones masculinas como femeninas. En esta entrevista, Noelia nos habla con honestidad sobre sus inicios, las dificultades que ha enfrentado como mujer en un entorno históricamente masculino, y los sueños que la impulsan a seguir creciendo.

¿Qué te motivó a convertirte en árbitra de fútbol?

Desde muy joven sentía una conexión especial con el fútbol, aunque nunca llegué a estar federada como jugadora. Sin embargo, el deporte me fascinaba. Un día, mientras veía un partido, me llamó la atención cómo una sola persona podía tener tanta influencia sobre el desarrollo del juego: el árbitro. Fue entonces cuando me informé sobre los cursos de arbitraje que ofrecía la FFCV y decidí probar. Entré en el Comité Técnico de Árbitros en la temporada 2016-2017 y desde mi primer partido supe que había encontrado mi lugar.

¿Cómo fueron tus primeros pasos en el arbitraje?

Los inicios no fueron fáciles. Recuerdo que en mi primer partido de fútbol 8 me puse tan nerviosa que pité la primera parte con 30 minutos, como si fuera fútbol 11. Todos cometemos errores cuando empezamos, pero lo importante es aprender y no rendirse. Con el paso del tiempo, y gracias al apoyo de compañeros y mentores, fui mejorando. Lo que al principio era una afición se convirtió en una vocación.

 

 

 

 

 

 

 

Has participado como árbitra en partidos de alto nivel. ¿Cómo ha sido esa experiencia?

Ha sido, sin duda, una de las partes más enriquecedoras de mi trayectoria. He tenido el privilegio de actuar como árbitra asistente en varios encuentros de la Primera Federación Femenina, que es la segunda categoría nacional. Uno de los más significativos fue el Getafe Femenino vs Real Madrid B, donde el ritmo, la exigencia y la calidad de las jugadoras te obligan a dar lo mejor de ti. También estuve presente en un Rayo Vallecano – UDG Tenerife B, donde el ambiente y la tensión competitiva hacen que cada decisión cuente.

Además, compagino estos partidos con encuentros en la Lliga À Punt Comunitat, una competición masculina autonómica de altísimo nivel. Esto me ha permitido desarrollarme en contextos muy distintos y mejorar mi capacidad para adaptarme a distintas dinámicas de juego.

¿Qué papel ha jugado la FFCV en tu evolución como árbitra?

Un papel absolutamente clave. La FFCV me ha ofrecido no solo la formación técnica necesaria, sino también oportunidades de crecimiento. Formo parte del Programa de Talentos y Mentores del Comité Técnico de Árbitros de la RFEF, lo que me permite estar en constante evaluación y desarrollo. Gracias a este programa he podido optar a categorías superiores y compartir experiencias con otros árbitros/as que también buscan dar un paso más.

¿Te has encontrado con dificultades por ser mujer en el arbitraje?

Sí, he vivido muchas dificultades solo por ser mujer en el arbitraje. Recuerdo un partido de juveniles donde, antes de empezar, escuché a un entrenador decir: “Hoy pita una chica, a ver cuánto tarda en liarla”. Durante el encuentro, cada decisión mía generaba protestas exageradas e insultos machistas desde la grada. Incluso cuando apliqué el reglamento, como al expulsar a un jugador por una entrada dura, sentí que el juicio era distinto solo por mi género. 

Afortunadamente, esa experiencia también me hizo más fuerte. Desde entonces, he aprendido a no asumir como personales los prejuicios ajenos y a apoyarme en compañeros y compañeras que creen en el cambio. Aunque aún queda mucho por hacer, cada partido que dirijo es también un pequeño acto de resistencia y de reivindicación. Porque estar ahí, con un silbato y autoridad, sigue siendo incómodo para algunos. Y por eso es tan necesario.

 

 

 

¿Cuál ha sido tu experiencia más gratificante hasta ahora?

Uno de los momentos que más valoro fue cuando recibí mi primera designación en un partido de categoría nacional. Esas primeras veces marcan un antes y un después. También recuerdo con cariño un partido complicado que arbitré en la Lliga À Punt Comunitat donde, al finalizar, varios jugadores se acercaron para felicitarme por mi labor. Sentí que todo el esfuerzo estaba dando sus frutos.

¿Y la más difícil?

Al principio me costaba mucho lidiar con las críticas del público o los reproches constantes desde los banquillos, que muchas veces venían cargados de prejuicios por ser mujer. En más de una ocasión he sentido que, si hubiera sido un hombre, ciertas decisiones no habrían sido tan cuestionadas. Recuerdo un partido en el que un entrenador criticó una decisión mía y terminó siendo expulsado. Sus palabras tenían un tono despectivo hacia mi como árbitra. Fue una situación muy tensa, pero la superé aplicando el reglamento con firmeza y tranquilidad. A partir de experiencias así, y de aprender a sostenerse ante la desigualdad, es cuando más se crece profesionalmente.

¿Cómo combinas el arbitraje con tu vida personal?

Es un reto, pero todo se basa en la organización. Los fines de semana están completamente dedicados al arbitraje, lo que implica renunciar a planes personales o familiares. Pero cuando haces algo que te apasiona, compensa. Además, el arbitraje te da disciplina y estructura, lo cual también se traslada positivamente al resto de tu vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Cuál es tu gran objetivo dentro del arbitraje?

Me gustaría llegar a la Primera División Femenina como árbitra principal o asistente. Aunque sé que no es fácil, trabajo cada semana con esa meta en mente. También aspiro a seguir contribuyendo al desarrollo del arbitraje femenino, siendo referente para otras chicas que vienen detrás.

¿Cómo ves el futuro del arbitraje femenino?

Con mucho optimismo. Las instituciones están haciendo esfuerzos para fomentar la igualdad, y el talento está ahí. Cada vez somos más las mujeres que demostramos que podemos arbitrar al máximo nivel. Yo misma soy testigo del cambio generacional y cultural que está ocurriendo, y me enorgullece formar parte de él.

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NADIA BADÍA

Noelia Badía como arbitra principal en un partido de Primera Federación 

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NADIA BADÍA

Noelia Badía como arbitro asistente de la Liga F

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NADIA BADÍA

Noelia Badía arbitrando  en un partido regional

Al acabar, me encerré unos minutos sola en el vestuario y lloré. No por haber dudado de mí, sino por la carga extra que supone arbitrar siendo mujer

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